FUENTE: eleconomista.es
Una ‘guerra total’ parece a punto de estallar en Oriente Próximo, la zona del mundo donde existe una mayor concentración en la producción de petróleo. No solo eso, por esa zona transcurre la arteria principal del comercio global del crudo. Sin embargo, pese a las intensas subidas y picos, el petróleo se mantiene lejos de los 100 dólares y el pánico no parece estar cundiendo en las bolsas, más allá del ‘susto’ inicial que supusieron los ataques con misiles de Irán a Israel. Aunque la amenaza existe, el Estrecho de Ormuz, la arteria del petróleo global, podría seguir funcionando con cierta normalidad gracias a lo que se pueden denominar ciertos ‘frenos de emergencia’.
El Estrecho de Ormuz, situado entre Omán e Irán, conecta el Golfo Pérsico con el Golfo de Omán y el Mar Arábigo. Es sin duda la arteria petrolera más importante del mundo, puesto que grandes volúmenes de petróleo fluyen a través del estrecho. En 2022, su flujo de petróleo promedió 21 millones de barriles por día (b/d), o el equivalente a aproximadamente el 21% del consumo mundial de líquidos derivados del petróleo. En el primer semestre de 2023, los flujos totales de petróleo a través del Estrecho de Ormuz se mantuvieron relativamente estables en comparación con 2022 porque el aumento de los flujos de productos petrolíferos compensó parcialmente las caídas del petróleo crudo y el condensado.
Entre 2020 y 2023, los volúmenes de petróleo crudo, condensado y productos derivados del petróleo que transitaron por el Estrecho de Ormuz aumentaron en 2,4 millones de barriles diarios, gracias a que la demanda de petróleo se recuperó después de la crisis económica provocada por la pandemia del covid. Los flujos a través del Estrecho de Ormuz en 2022 y el primer semestre de 2023 representaron más de una cuarta parte del total de petróleo comercializado por vía marítima a nivel mundial. Además, alrededor de una quinta parte del comercio mundial de gas natural licuado también pasó por el Estrecho de Ormuz en 2022, según el informe del Departamento de Energía de EEUU.
De hecho, tal es la importancia en el comercio mundial de este estrecho que Bank of America advirtió en 2023 de que el precio del crudo podría dispararse “si los envíos a través de Ormuz, un punto donde pasa para casi el 20% del petróleo y GNL del mundo se cerrara durante un periodo significativo”, explican los expertos del Banco “el crudo podría dispararse por encima de los 250 dólares por barril y el gas natural los 50 dólares. ¿Por qué el mercado no cotiza con claridad este escenario en este momento?
Irán está ‘solo’
El hecho de que, tras el repunte inicial ayer con el bombardeo, las subidas del petróleo no hayan ido a más redobla la lectura entre los analistas de que los inversores aún confían en que el crudo quede al ‘margen’ de esta escalada. “El mercado del crudo ha sido hasta ahora extremadamente cortoplacista y complaciente sobre el riesgo geopolítico”, analiza Bob McNally, presidente de Rapidan Energy Group y asesor en la administración de George W. Bush. “La prima de riesgo del crudo sólo subiría si el mercado viera una escalada que afectara directamente a las infraestructuras o flujos energéticos, o si Israel atacara infraestructuras críticas que amenazaran al régimen”, apunta.
A diferencia del pasado, hoy muchos de los países que rodean a Israel son aliados (aunque sea con la boca pequeña y a ‘escondidas’). Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Omán, Jordania, Marruecos e incluso Qatar presentan una relación amistosa con Israel. Probablemente, jamás en la historia Israel haya tenido una relación tan cordial con países que hasta hace poco eran enemigos directos. Aunque el Estrecho de Ormuz está controlado en buena parte por Irán, el resto de países árabes lo necesita para exportar su crudo, un ‘freno de emergencia’ más que importante.
Frederick Kempe, presidente y director ejecutivo del Atlantic Council, pone el acento en esta ‘soledad’ de Teherán, al constatar que los países que firmaron los Acuerdos de Abraham con Israel no hayan abandonado la esperanza de volver al rumbo de la normalización. En 2020, Emiratos Árabes Unidos, Baréin, Sudán y Marruecos firmaron junto con Israel estos acuerdos de paz. “Ninguno ha cortado relaciones con Israel ni se ha desvinculado de los acuerdos. Y aunque muchos, incluidos los Emiratos Árabes Unidos, han tratado de calmar las tensiones con Irán, lo hacen con los ojos bien abiertos ante la amenaza constante que representa Irán y con la firme convicción de que, a largo plazo, Israel estará más integrado en Oriente Medio, no menos, como desea Irán”, redondea Kempe.
La sombra de EEUU y la situación interna
Aunque Israel ha prometido represalias contra Irán y la hemeroteca respalda que las habrá, la clave de todo es hasta dónde está dispuesto a llegar Teherán. Y, en ese sentido, su situación interna y la alargada sombra de EEUU son otros ‘frenos de emergencia’. “Israel ha puesto a Irán en una situación sin salida. Si no logra intensificar la ofensiva y atacar a Israel, perderá credibilidad ante sus aliados, que creen que no ha hecho lo suficiente para ayudarlos. Sin embargo, la escalada podría dar lugar a ataques de represalia de Israel contra el propio Irán, incluso contra sus instalaciones nucleares”, resuelve Kempe. Para el estratega del think tank atlantista, el ataque de Irán en las últimas horas parece una suerte de compromiso, un ataque suficiente para apaciguar a los de su línea dura y ganar tiempo sin llegar al extremo de desencadenar una guerra más amplia con Israel o, peor aún, con EEUU.
“Es probable que Irán intervenga, no porque quiera que los demócratas pierdan las elecciones de EEUU -todo lo contrario-, sino porque no puede abandonar a Hezbolá ni dejar que los líderes de sus socios (o los suyos propios) sean asesinados impunemente. Pero Irán no quiere ser bombardeado. Es vulnerable debido a su inestabilidad interna latente y al malestar social”, subrayan los expertos en geopolítica de BCA Research en su último comentario.
La tesis de estos expertos es que a Teherán no le interesa echar a los demócratas de la Casa Blanca, ya que es menos probable que apliquen sanciones a las exportaciones de petróleo iraní o utilicen la fuerza militar para impedir que Irán consiga un arma nuclear. Por tanto, aventuran, antes de las elecciones es más probable que Irán lleve a cabo ataques simbólicos contra el suministro de petróleo, en lugar de causar una conmoción masiva. De hecho, rubrican desde BCA, la prioridad de Teherán es que no regrese al poder Donald Trump, que ya les impuso fuertes sanciones. Las autoridades estadounidenses e israelíes creen que Irán patrocinó intentos de asesinato tanto contra el expresidente Trump y su regreso a la Casa Blanca aumentaría los riesgos de que Teherán se lance a zarandear el mercado del petróleo Ormuz mediante.
En el equipo de inversiones de UBS encabezado por el CIO Mark Haefele, la hipótesis de base sigue sin ser la de una guerra total entre Israel e Irán: “Hay algunos indicios de que el ataque de Irán puede haber tenido por objeto señalar su determinación, sin provocar una represalia más contundente por parte de Israel. Un ataque con misiles de Irán contra Israel en abril fue telegrafiado con antelación, causó pocos daños y condujo a un ataque limitado de Israel contra una base militar iraní. Tras el ataque de Irán en abril, EEUU instó a Israel a responder con moderación”.
Los intereses de Irán
Estos analistas recogen otros indicios previos de que Irán podría desear una desescalada a cambio de cierto alivio de las sanciones económicas. El presidente iraní, Masoud Pezeshkian, señaló ante la Asamblea General de la ONU que Irán está “dispuesto a comprometerse con los participantes en el acuerdo nuclear de 2015. Además, recalcan, Irán se enfrenta a sus propios retos internos, como pusieron de manifiesto las protestas a gran escala de 2022 tras la muerte de Mahsa Amini, que falleció bajo custodia policial tras ser detenida por no cubrirse el pelo.
“Es posible que Irán no esté interesado en entrar en una guerra total con Israel cuando los miembros del Eje de la Resistencia están debilitados y Estados Unidos ha reforzado su presencia en la región. Dicho esto, las posturas de línea dura aún pueden prevalecer. El riesgo de un error de cálculo por parte de Irán, sus aliados o Israel sigue aumentando”, concluyen desde UBS.
En el caso de que Irán acabe desatando la espiral final, existen otros ‘frenos de emergencia’. Incluso en el caso de que Teherán intentara restringir el transporte marítimo a través del estrecho de Ormuz, las relaciones relativamente cálidas de Qatar con Irán significan que los suministros qataríes de gas natural licuado (GNL) hacia Occidente aún podrían pasar, y los suministros de petróleo de Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos podrían potencialmente desviarse a través de oleoductos a los puertos del Mar Rojo.