- No tiene emisiones de CO2 y es una alternativa a los combustibles tradicionales que hoy se usan en la industria, el hogar o la movilidad
- El hidrógeno renovable abre también la puerta al almacenamiento de la energía procedente de fuentes sostenibles
El hidrógeno renovable podría convertirse en un vector energético clave para lograr la descarbonización de la economía. Podría convivir e incluso sustituir en un futuro no tan lejano al gas natural o el petróleo que importamos. Pero ¿qué es? El hidrógeno se conoce desde hace décadas. En la industria química se utiliza desde los años 40 del siglo pasado. Desde entonces, su uso se ha ido incrementando hasta tal punto que, en la actualidad, se producen 80 millones de toneladas anuales de hidrógeno que se emplean en la industria del refino, para la gasolina, en la de los fertilizantes, en la del metanol o en la del amoníaco.
“Es un combustible que, cuando se quema, produce agua como único residuo. Eso quiere decir que podemos utilizar el hidrógeno como un combustible alternativoque no va a tener emisiones de CO2″, explica Javier Brey, presidente de la Asociación Española del Hidrógeno. En ese sentido, es un combustible sostenible: el reto pasa ahora por eliminar las emisiones asociadas a su producción.
¿Cómo se obtiene?
Hay una manera de esquivar este problema: obtener hidrógeno a partir de electrólisis. Este proceso se basa en romper la molécula de agua gracias a una corriente eléctrica. “Aplico una energía eléctrica al agua y su molécula se disocia, se separa, en oxígeno e hidrógeno”, indica Brey. Se emite oxígeno como único subproducto a la atmósfera. Si la energía aplicada en este proceso es de fuentes renovables, el hidrógeno que se obtiene tiene cero emisiones de CO2.
Esto también “nos abre una puerta” a algo que se busca desde hace tiempo, a un almacenamiento de la energía eléctrica de origen renovable para usarla en momentos de escasez. “Cubriendo el 2% de la superficie de España tendríamos una generación de renovable suficiente para todo el consumo nacional de electricidad. Toda esa energía podríamos almacenarla en forma de molécula de hidrógeno”, señala al respecto Tomás Malango, director de Hidrógeno de Repsol.
¿Y para qué usaríamos todo ese hidrógeno? Brey señala que sus aplicaciones “están más que conocidas y desarrolladas”. El hidrógeno puede hacer el papel de la gasolina o del diésel en los vehículos que manejamos diariamente, pero también puede ser un sustituto del gasóleo en los camiones, en los trenes, en los barcos o del queroseno en los aviones. El hidrógeno puede ser la fuente de energía que caliente nuestros hogares, incluso a nivel industrial en grandes edificios, y una alternativa de los gases combustibles que se queman en las centrales de ciclo combinado para producir energía eléctrica. “Es posible hacer prácticamente cualquier solución energética a partir de hidrógeno renovable”, coincide Malango.
¿Qué grado de desarrollo existe en España?
En nuestro país, tenemos empresas que fabrican electrolizadores. La primera planta de hidrógeno renovable se puso en marcha en España en 1992, en Huelva, con un electrolizador alimentado por energía fotovoltaica. Brey avisa de que “el hidrógeno renovable sigue siendo más caro que el hidrógeno de origen fósil”. Lo que se pretende ahora es cambiar la tendencia hacia una producción sostenible que pueda escalarse a corto plazo.
En 2030, España debería tener la capacidad de producir hidrógeno renovable suficiente para satisfacer la cuarta parte de las necesidades de nuestra industria
Tanto la Estrategia Europea del Hidrógeno como la Hoja de Ruta Española del Hidrógeno, ambos documentos publicados en 2020, ponen un hito muy significativo en 2030, dentro de ocho años. Para esa fecha, establecen que deberíamos producir en nuestro país hidrógeno renovable suficiente para satisfacer una cuarta parte de las necesidades de nuestra industria. De la misma manera, el plan nacional contempla la puesta en marcha de dos líneas ferroviarias alimentadas con hidrógeno, el suministro de material de operación para puertos y aeropuertos, así como disponer de cuatro gigavatios (GW) de potencia instalada de electrolizadores en ese año.
Una respuesta “absolutamente positiva”
La respuesta de las empresas a la hoja de ruta ha sido, en palabras de Brey, “absolutamente positiva” y ya se han anunciado proyectos que superan los indicadores planteados por el Ejecutivo. Clara muestra de ello es SHYNE (Spanish Hydrogen Network), el mayor consorcio multisectorial en España para promover la economía del hidrógeno renovable. Con una inversión total de 3.230 millones de euros, desplegará proyectos en diez comunidades autónomas. Este proyecto está liderado por Repsol junto a seis compañías, cada una referente en su sector ?Alsa, Bosch, CELSA Group, Enagás, Scania y Talgo?, y entre sus objetivos destaca la ambición de alcanzar una capacidad instalada de 500 MW en 2025 y de 2 GW en 2030, lo que supone la mitad del objetivo marcado en la Hoja de Ruta Española del Hidrógeno.
El consorcio SHYNE desplegará proyectos en diez comunidades autónomas para impulsar la economía del hidrógeno renovable
“Empezamos a ver hidrógeno renovable disponible en 2022 a pequeña escalay, a lo largo de la próxima década debería ir creciendo, si se dan las condiciones regulatorias, de apoyo financiero y de demanda en el mercado suficientes para que esto coja velocidad de crucero. En los próximos 10-15 años debería de haber un incremento en el consumo de hidrógeno renovable hasta alcanzar niveles de penetración reseñables”, manifiesta Tomás Malango. A su juicio, “es probable que las primeras aplicaciones de la producción de hidrógeno renovable las veamos en la industria de la energía, la petroquímica y los fertilizantes, que en el presente copan el 90% del consumo de hidrógeno”. Después, “vendrán otros segmentos como puede ser la movilidad o el uso residencial y/o mezclado con el gas natural” prevé el experto de Repsol.
Los que tengan unos años recordarán el gas ciudad. En los años 90, no hace tanto, todavía había muchos sitios de España donde se seguía utilizando. Cuando fue necesario, se sustituyó por el gas natural. “No es ninguna tontería que en un momento dado se cambiase el gas natural por hidrógeno”, concluye Brey. Todo ello, pasando por un período de transición para nuestra actualización y, probablemente, también de nuestras calderas, como ya se hizo en el pasado.
*Ofrecido por Repsol.
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Fuente: elEconomista.es