El hi­dró­geno verde se ha con­ver­tido, por obra y des­gracia de la guerra de Ucrania, en algo más que una al­ter­na­tiva ener­gé­tica. Es ya un ob­je­tivo es­tra­té­gico de la Unión Europea, cuya im­plan­ta­ción se pre­tende ace­lerar ante la crisis de pre­cios. La Comisión Europea, que pre­side Ursula von der Leyen, es­tudia du­plicar sus ob­je­tivos de pro­duc­ción hasta 2030 para al­canzar los 20 mi­llones de to­ne­ladas de este com­bus­tible neutro en emi­siones de car­bono frente a los diez mi­llones ini­cial­mente pre­vistos en la Estrategia Europea del Hidrógeno.

El vicepresidente primero de la Comisión Europea, Frans Timmermans, dio una pista la semana pasada en la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP27). Durante la firma de la alianza UE-Egipto para el desarrollo de hidrógeno verde -que supondrá también el apoyo europeo al país norteafricano en su transición energética-, el político holandés reconoció que “en Europa aumentaremos nuestra necesidad de hidrógeno renovable hasta 20 millones de toneladas para 2030”.

Europa, por sí misma, espera poder producir la mitad e importar la otra mitad, aunque reconocía también que “transportar el hidrógeno a largas distancias sigue siendo técnicamente complicado”. El tratado abre a Egipto un mercado y unas posibilidades de industrialización sostenible evidentes, aunque lo cierto es que en los pasillos de la Comisión se habla cada vez más claramente de ampliar los objetivos de producción para atender las necesidades de los ciudadanos de los 27.

El problema que subyace es la negativa de Francia a reactivar el Midcat, pese al apoyo del proyecto por parte de España y Alemania. Visto lo cual, la opción del enlace España-Italia a través del Mediterráneo (inicialmente para gas natural aunque ya preparado para transportar hidrógeno verde) parece lejana dada la inmediatez de las necesidades energéticas europeas -por el corte del suministro del gas ruso- ante un invierno que se anticipa duro.

Este programa político-económico-industrial de la Comisión prevé tres horizontes. El primero, hasta 2040, establece el objetivo de instalar al menos 6 gigavatios de electrolizadores en toda la UE para producir un millón de toneladas de hidrógeno renovable. La idea es, precisamente, desarmonizar la actual producción de hidrógeno en el sector químico.

Objetivos españoles

El hidrógeno verde es un objetivo político de calado del actual gobierno asta el punto de haber dedicado uno de los PERTE (Proyectos Estratégicos para la Recuperación y Transformación Económica) a las “energías renovables, hidrógeno renovable y almacenamiento” que contará con más de 6.900 millones de euros de fondos públicos y se calcula que atraerá una inversión privada cercana a los 9.500 millones.

Para ello, el PERTE cifra en 8.900 millones de euros las inversiones en proyectos de producción de hidrógeno verdearon lo que se espera recudir las emisiones de carbono en 4,6 millones de toneladas equivalentes.

La cuestión es que ese mismo mercado lo han visto las grandes petroleras españolas hasta el punto de que la suma de la capacidad prevista por Repsol y Cepsa, ya alcanza esos 4 GW. Y lo hace, antes incluso del desenlace de la convocatoria de ayudas por parte del Miteco por 400 millones de euros, al que concurre para desarrollar la integración del suministro de hidrógeno verde en el transporte, la generación eléctrica y usos térmicos. Repsol, Cepsa, Endesa, EDP, BP y Acciona son algunas de las empresas que compiten por obtener parte de esta ayudas,

Independientemente del impulso público, las empresas -especialmente las petroleras- aceleran sus planes para la producción de combustibles reciclables. Por ejemplo, Repsol invertirá 2.549 millones hasta 2030 para impulsar el hidrógeno renovable.

Pero, además, ha puesto en marcha el mayor consorcio de España para impulsar el hidrógeno renovable, denominado Shyne, (Spanish Hydrogen Network), integrado por 33 compañías de diferentes sectores con el objetivo de promover proyectos de hidrógeno renovable en todos los ámbitos de la economía española. Para ello, la compañía que preside Josu Jon Imaz, tendrá instalados 500 MW de producción de hidrógeno en 2025 y llegar a los 2 GW en 2030.

Los proyectos que se agrupan en Shyne supondrán una inversión acumulada de 3.230 millones de euros, lo que permitirá poner en marcha distintas iniciativas de producción, distribución y uso de hidrógeno renovable en el sector industrial, en el transporte y otras aplicaciones, así como para desarrollar tecnologías pioneras y acelerar de este modo los planes de despliegue de este gas. Se trata de un proyecto que en su conjunto espera generar más de 13.000 empleos.

Además, el consorcio se plantea la creación de un “ecosistema que conecte las grandes iniciativas regionales” en torno al hidrógeno que ya se están poniendo en marcha, como el Corredor Vasco del Hidrógeno (BH2C), el Valle del Hidrógeno de Cataluña y el Valle del Hidrógeno de la Región de Murcia.

Por su parte, Cepsa invertirá 8.000 millones de euros hasta 2030 (el 60% en Andalucía) en diversos proyectos de energías renovables y “liderar la producción de hidrógeno verde y biocombustibles”. En hidrógeno verde, la sociedad que dirige como consejero delegado, Maarten Wetselaar, se situará al final e la década con 2 GW de capacidad de producción instalada.

Se considera que el hidrógeno es un vector energético clave para alcanzar un futuro energético limpio, seguro y asequible, porque permite descarbonizar sectores donde es complejo introducir soluciones sostenibles, como el transporte pesado, la siderurgia, el cemento o la industria química, entre otras.

Aunque la clave está en la producción de hidrógeno verde (con energías renovables) frente al que se produce actualmente, denominado hidrógeno gris (a partir de gas natural u otros hidrocarburos como metano o gases licuados de petróleo) o el hidrógeno azul, obtenido de forma similar al hidrógeno gris, pero al que se le aplican técnicas de captura, uso y almacenamiento de carbono que permite reducir hasta en un 95% las emisiones de dióxido de carbono generadas durante el proceso.

Fuente: capitalmadrid.com